En la estética contemporánea, el concepto de belleza ha sido estratégicamente desprestigiado.
La mercantilización del arte y la inmediatez del consumo son probablemente los principales causantes de este cambio de paradigma.
Admirar la belleza y tratar de entender el mundo (dos dinámicas inseparables) requieren tiempo de digestión y humildad vital.
Unos valores de un paradójico dogmatismo y cada vez más cercanos al modelo del último hombre nietzscheano y al less is enough, han provocado un desplazamiento paulatino de formas más "abiertas" de conocimiento, formas como las que defiende el físico Richard Feynman: "Tan sólo trato de saber más sobre el mundo, tengo respuestas aproximadas, creencias posibles y diferentes grados de certeza, no estoy completamente seguro de nada"